Capítulo 0: Introducción y bienvenida.

Querido lector ocasional (o viajero perdido que, por desgracia, aterrizó en este blog), bienvenido al desordenado resumen de garabatos en mi libreta y notas .txt en mi teléfono.
Llevo un tiempo escribiendo incoherencias. Ayer, un verdulero asiático con un parche en el ojo izquierdo y una hermosa sonrisa, me habló de esto del Blog. Me pareció linda la posibilidad de que alguien me leyese y dejase algún comentario. La necesidad social nos atraviesa a todos. ¿Empiezo?




Comencé a escribir estas notitas para mí mismo luego de unos pocos meses a la deriva, entre ciudades extrañas.
Al principio solo eran notas sin publicar. Una especie de catarsis burlona de mi propia desgracia. Pasado un tiempo de mi partida, me cansé de recibir mensajes de apariencia inocente de aquellas personas que me habían dado la espalda.
Perdón, me estoy adelantando. A ver si pongo un poco de orden: Yo no me quería ir. Pero la situación se volvió insoportable.
No, perdón. Lo volví a hacer. Déjenme probar una vez mas: Viví toda mi vida en la misma ciudad. Una vida que, creo yo, nunca tuvo demasiado de literaria o particular. Es decir, nada en mis primeros 25 años de vida hubiese servido para iniciar un libro. Al menos hasta que ocurrió el cisma en la orquesta.
Bueh, me enredé una vez más. A ver, yo soy violinista. Eso es cierto. Y trabajaba en la orquesta de la ciudad. Esto también lo puedo escribir, sí. Un día se produjo un malentendido estúpido por algún tema que involucraba al sindicato de trabajadores portuarios de la ciudad. No importa bien el porqué. Pero sí importa el cómo un simple comentario malintencionado puede crecer, entre pasillos y susurros, hasta acabar con la disolución entera de un grupo, mucho odio y la muerte del portero del teatro. (Rodolfo, lo lamento muchísimo. Que en paz descanses)
Jamás entendí bien cómo entraba yo en esa guerra interna, pero comencé a sospechar que la cosa se había ido de las manos cuando empecé a recibir mensajes en mi teléfono. Algunos me aconsejaban no aparecer por el teatro por un tiempo, otros me instaban a irme de la ciudad (de forma muy poco amistosa).

La cuestión es que me fui. Hacía varios años que soñaba con viajar... y ese momento de sequía social y laboral, de obligado exilio dentro de mi propia ciudad, me pareció el momento oportuno. El cliché de "Ahora o nunca" se volvía dolorosamente real.
¿Cuándo y porqué empecé con las notitas? Bueno, unos pocos meses después de mi partida, empecé a recibir mensajes de las mismas personas que me habían dicho (sin poco lugar a réplica) que me fuese de la ciudad. De ellos y de los pocos amigos que había intentado contactar, sin respuesta. De ellos también... y de aquellos que, pudiendo alzar la voz, prefirieron mirar hacia otro lado y evitar la excomunión social que amenaza a quien no encaje en los moldes de moda.
Fue tanta la bronca de recibir mensajes inocentes del tipo "¡Martín, tanto tiempo! ¡Me enteré de que estás viajando por el mundo! ¡Qué suerte!", que un buen día hice una publicación en mi cuenta de Facebook. En ella explicaba cómo habían sido mis primeros meses en el extranjero, con algunas pocas exageraciones, a modo de nota de color. Y es que en ese tiempo habían ocurrido cosas tan raras, tan fuera de la coherencia esperable de una vida en el siglo XXI, que incluso si me hubiese limitado a contar la verdad, el resultado hubiese rozado el realismo mágico. 
El resultado (que les dejo en la próxima entrada) fue un compendio de anécdotas con un poco de condimento. Y las consecuencias de esa publicación fueron el motivo de mis primeras carcajadas en territorio extranjero, luego de meses de viajar: La gente se creyó cada palabra. Algunos incluso me contactaron para saber si seguía vivo. Me pareció desopilante.
Sí, quizá haya desarrollado un poco de humor irónico. ¿Qué me costaba contar la verdad y listo? Bueno, la realidad es que hubiese sido aburrido... me abruma la falta de secretos que tiene el mundo moderno y la ansiedad que provoca saber que la vida cotidiana deja poco lugar para el misterio. La cuestión es que seguí. Seguí como un adicto. Cada pocos meses (una vez que hubiese juntado algunas anécdotas) volvía a publicar una entradita en Facebook. El resultado siempre era el mismo. Comencé a jugar con el límite entre la realidad y la fantasía como quien juega a la ruleta rusa. ¿Cuánto podía estirar la realidad sin arruinar su verosimilitud? ¿Hasta dónde podía jugar con fechas y nombres, haciendo un retrato irónico de mi propia vida, sin que los involucrados se reconociesen a sí mismos en la narración? ¿Cuánto era demasiado? ¿Qué herramientas tenía yo para convencer y entretener en partes iguales?
Incluso cuando agregaba incoherencias forzadas (como una fecha completamente distinta al comienzo y al final de la narración), algún lector distraído las pasaba por alto. Bueno, la realidad es que más de una vez vi artículos en el diario con incoherencias más graves, la verdad sea dicha.
Estaba chocho con mi nuevo juguete irónico... y así seguí. Y seguí durante algunos años.
Como expliqué más arriba, un verdulero asiático me acaba de sugerir que vuelque todo en Blogger, para llegar a más lectores. Ojalá se de. Ojalá pueda integrarme a esta comunidad antes de que se me acabe el tiempo (perdón, me adelanté muchísimo al relato).

Asi pues, querido lector... bienvenido al resumen de mis desventuras en el extranjero. A partir de acá, nada sale como debería. Gracias por leer.

 

Comentarios

  1. Hola, Martín, acabo de llegar a tu último capítulo casi bebiendome los anteriores. La verdad es que te van arrastrando uno al otro sin querer dejar de leer.
    Tu lectura es ágil
    y amena y cada capítulo deja con ganas de más.
    Ta he vito en tu última entrada a varios amigos de los blig, que seguro volveré a ver en tu blog.
    Gracias por pasar por la mia y por tus palabras.
    Un saludo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Perdona que aparezcan palabras mal escritas, pero desde el movil me cuesta comentar y por eso no suelo hacerlo, pero hoy no podré acceder a mi ordenador y no quería dejar de comentarte.

      Eliminar
    2. ¡Muchas gracias por leer y comentar!
      Sí, estoy intentando subirme a la comunidad del Blog. En 2010 fui muy feliz, acá, y luego me alejé. Es un placer descubrir tantos autores talentosos.
      Un cariñoso saludo.

      Eliminar
  2. Ya me devolví y cogí la historia como decimos por acá por los cachos, por el frente introductorio, que asumo es parte de esta novela donde eres la protagónica nisciencia

    ResponderEliminar
  3. Respuestas
    1. Todo parte de una misma historia... que es la mía.
      ¡Gracias por leer!

      Eliminar

Publicar un comentario